Estoy segura que conoces a algunas personas que viven en el mundo del “más o menos”. Son fáciles de identificar; les preguntas ¿Qué tal te va en el trabajo? Y responden, “Más o menos”. ¿Qué tal de negocios? “Más o menos”. ¿Y la familia, qué tal? “Más o menos”.
Y por allí se llevan la vida, en el mundo del “más o menos”. Se me hace que este mundo es un poco gris, ni mal ni bien. Unos días mejor que otros, o quizás todos iguales. Nada de emoción, nada de sorpresas, simplemente “más o menos”.
¿Y será que se puede emigrar de este árido territorio? Desde luego que sí. Solo hay que decidir hacerlo. Pero, como toda mudanza, no es tan fácil.
Nuestra naturaleza busca lo conocido, lo natural y lo que implique el menor esfuerzo. Es por esto que una vez acostumbrados al mundo del “más o menos” ya no queremos trabajar por un mundo más prometedor, porque esto implicaría salir de la zona habitual a algo inexplorado.
Pero sí se puede. Una vez que decides salir del mundo del “más o menos”, comienza a definir a donde te quieres mudar. Será al mundo de “un mejor empleo”. Será al de “un matrimonio feliz y saludable”. O puede ser al mundo de “mi propio negocio”. También está el fantástico mundo “libre de deudas”. Y porqué no el mundo “soy lo que siempre he querido ser”.
Con tu lugar de destino ya definido y con la firma decisión de llegar a él, comenzarás alegremente a trazar planes para mudarte. El solo hecho de visualizar este nuevo horizonte será el origen de una renovada energía y gran emoción.
Y a la par de esta aventura por comenzar, el mundo del “más o menos” se va reduciendo a un recuerdo lejano. Y entonces aparecen nuevas respuestas a las mismas preguntas de siempre: ¿Qué tal te va en el trabajo? Excelente. ¿Qué tal de negocios? No me podría ir mejor. ¿Y la familia, qué tal? Cada día más felices.
Jessica Calderon 
Me gusta mucho este artículo, creo que hace un punto muy importante- la vida es acerca de la actitud que tengamos hacia ella. Yo solía pensar que tenía muchos días malos. Finalmente, decidí que todos los días serían días buenos; ahora desde que me levanto digo: «hoy será un buen día.» Desde que tomé esa decisión, prácticamente todos mis días, aún si he estado enferma, si las cosas no han ido exactamente como las había planeado, si algún inconveniente ha pasado, han sido buenos. Estoy convencida que si uno tiene una actitud positiva hacia la vida, todo le irá (o al menos le parecerá ir) mejor.